Nuestro nombre significa "Perro León", y somos una de las cuatro razas
reconocidas de origen tibetano. Se sabe que el Dalai Lama nos entregaba
a las familias reales Chinas en señal de buenaventura y buena suerte;
éramos un regalo
importante
porque los tibetanos creían que se reencarnaba en nosotros la “Leona de
las Nieves”, un monstruo mitológico que en la imaginación local ocupa
un primer lugar y que explica también el que nos hayan llamado “Perro
León” a un animal tan diminuto.
Aunque el origen de nuestra crianza es un poco
oscuro en el tiempo, hay quien dice que somos, en origen, del año 1.000
A.C.
Sin embargo las primeras pruebas documentales de
nuestra existencia corresponden al siglo VII, ya que aparecemos en
distintos objetos y pinturas de la Dinastía Tang (618-907).

Durante
la Dinastía Ming (1368-1644) fuimos los favoritos de las familias
reales chinas y, encargaban nuestra crianza a los eunucos. Varios
documentos mencionan que "los pequeños perros león o perros con cara de
crisantemo, eran pequeños, inteligentes, dóciles e incuestionablemente
parecidos a los leones".
Se dice que la pagoda del perro león era utilizada
por los eunucos "para ejercitar a los pequeños perros león del Palacio
Imperial".
Así pues, como veis los misterios del Tibet y los
secretos de la Ciuda
Prohibida están en el origen de nuestra raza.
Sin embargo, el Shih Tzu que hoy conocéis se lo
debemos a la
Emperatriz Regente Cixi (T'zu Hsi) que se dedico a criar y perfecionar
las tres razas chinas de la corte durante su regencia (1861-1908).
La Emperatriz encargó a los responsables de la cría canina de la corte
"un perro de compañía sociable, poco ladrador, con el manto largo para
calentarse las manos y silencioso en su movimiento". Así nacimos los
Shih Tzu actuales, como un "Perro Imperial que jamás debería salir de
los muros de la Ciudad Prohibida".
Y casi fue así. Los británicos residentes en China trataron en
repetidas ocasiones de llevarnos a Inglaterra a principios de siglo XX.
La mayoria de ellas infructuosas. Los eunucos que nos cuidaban no
querían que saliéramos del país. Por cortesía y por educación en la
corte estaba muy mal visto decir que "no" a cualquier cosa que fuera
requerida, es por eso que cuando algunos de los miembros de la comunidad
británica propusieron adquirir algunos ejemplares, fueron ofrecidos con
una sonrisa de amabilidad. Pero los perrines morían a los pocos días.
Tenían prohibido que los shih tzu salieran de china. Así que les daban
cristal triturado antes de ser entregados a sus nuevos dueños y morían
desangrados en los barcos de regreso a las Islas Británicas.
La primera constancia que existe de estar en manos de occidentales, es
un regalo que la Emperatriz Cixi hizo a la Sra Kaufmann, esposa del
consul Danés en China y amiga de la emperatriz, que la obsequió con una
pareja (Leidza y Aidzo), representando el comienzo de la cría occidental
de nuestra raza.
En
1908 murió La Emperatriz Cixi (T'zu Hsi), madre de Pu'Yi, el Último
Emperador y la cría permaneció casi en suspenso solo promovida por
algunos particulares y otros miembros de la corte. La raza quedó
definitivamente extinta en China con la llegada del comunismo.
En 1928
Lady Brownrigg lleva a Inglaterra una pareja
Shu-ssa (la hembra) y Hibou (el macho); posteriormente en 1933 la
Sra Hutchins lleva a Irlanda otro macho
Lung-fu-ssa, a los que siguieron otros pocos desde Bejing (en total
unos diez). Se puede decir que todos los Shih Tzu actuales descendemos
de éstos.
A Noruega, llegó la única perra que procedia realmente de la Corte Imperial China.
Poco a poco
nos convertimos a lo largo de las décadas en una de las razas más populares y más apreciadas a lo largo de todo el mundo.
Cuando llegamos a Europa se nos registraba como
"Apsos", sin embargo comenzó "la guerra de las narices", ya que nuestro
hocico es más pequeño que el de los Apsos, y finalmente en 1934 se
separan ambas razas de manera oficial, al menos en Gran Bretaña, porque
en los Estados Unidos no se nos reconoce oficialmente como raza
independiente hasta 1969.
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