Familias enteras llegaron este domingo a la playa con su perro, donde
la raza, el tamaño y el color de los canes era lo que menos importaba
entre todos los disfraces de carnaval. Lentejuelas, tutús, flores... adornaban los trajes caninos.
"Yo vengo desde hace seis años (al desfile). Es
diferente, creativo y me divierto", dijo Mario Oporto, de 47 años, con
Tati, su yorkshire, en sus brazos disfrazada de bailarina.
Entre las mascotas asistentes, aunque la mayoría eran perros, también
hubo algún gato valiente e, incluso, pájaros enjaulados. Todos estaban
invitados al desfile de los animales. Única condición: asistir disfrazado."
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